Llegó Septiembre y la cordada alpina se volvió a reunir para recordar aquellos días en los que caminamos como gigantes (no suena mal ese “Walk like a giant” de la nueva píldora psicodélica del tío Neil).
De momento, coloco aquí alguna foto en blanco y negro (por aquello de darle un toque nostálgico), en espera de pasarlas a la piada original y ponerlas a todo color.
Empezamos por el vivac Eccles,
y el ambiente que se respiraba la tarde anterior a la Innominata.
Seguimos con aquella travesía a las 3 de la madrugada,
las trepadas de roca, después del paso duro.
Y la archifotografiada arista de nieve.
Desde que volvimos de Alpes, a Kilian le ha dado tiempo a subir dos veces por la Innominata.
Primero con Dakota Jones, para parar el crono en unas increíbles 10 horas de Courmayeur a Chamonix.
Y como aun se puede rebajar más el crono, una semana después, se va él solito, con una mochila que parece una riñonera y lo deja en 8h 43min.
Con cosas así, se te hacen los huevos tortilla.
Pero que nadie se engañe, la Innominata no es ningún paseo, y a los simples mortales nos exigirá más que la Troika con la prima de riesgo disparada.
Circomarco apretando los dientes y Hugo respirando el aire fino de los 4.000 metros.
Una de las pocas fotos del último tramo de arista.
Alpinistas finalizando la arista de Brouillard. Lamentablemente no eran ni Nasta, ni Axel, ni los rumanos.
Muy contentos en la cima.
Mientras los pies se nos congelan, la gente inicia el descenso. Esas 4 horas en la cima, se saldarán con un cosquilleo en los pies que durará algo más de un mes. Apuntado queda para la próxima vez.
Después de una mala noche en Vallot, el desayuno nos devuelve la sonrisa.
El último recuerdo del Mont Blanc será una mañana fría y con viento, camino del verde valle de Saint Gervais.
chulismo, tio!
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