23 Diciembre 2012
Aparcamos el caballo junto al rancho
y comenzamos a andar por este lugar polvoriento y solitario.
Los Calexico le ponen la banda sonora.
Alcanzamos un collado y tiramos una buena panorámica. A la derecha el valle por el que venimos y a la izquierda las paredes que queremos ver de cerca.
Tenemos un par de horas de luz y hay que darse prisa.
Para ser Navidades, no es que haga demasiado frío en
Las paredes un poco más de cerca. Aquí algunos se plantearían sacar los piolets. Pero ésta arcilla es mucho menos consistente que el yeso...
Improvisando que te improvisa, acabamos metidos en un estrecho barranquete con decoración estilo Petra.
Unos metros más adelante, nuestro gozo se cae en un pozo. Un muro infranqueable de 5 metros de tierrucha suelta nos obliga a dar media vuelta.
Detalle panorámico de un meandro del barranco. Como para estar aquí en plena tormenta de Agosto.
Seguimos deshaciendo el camino, instantes antes de intentar trepar una de las laderas y comprobar que no era muy buena idea.
A ver quién es el chulo que inagura aquí la arcilla-tracción.
Unas cuantas vías ya caben...
Desde arriba, vemos el barranco por el que hemos paseado.
Yolanda silueteada:
Un poco de arte, para que no se diga.
Pat Garret encontró a Billy el Niño y le cortó la cabeza.
Con las últimas luces de la tarde y la luna asomando, llegamos de nuevo al rancho muy contentos con la excursión y con que Teruel exista. Ennio Morricone estaría orgulloso de nosotros.