El Molló de la Creu es un “Cervino” a escala 1:10 que hay junto a Gandía, bien visible desde la carretera cuando hacemos el trayecto Valencia-Alicante. Pese a su modesta altitud (456 metros) guarda algunas sorpresas interesantes.
Una de ellas es la vía “Homo Marxuquerensis”, que recorre su espolón sureste con un trazado evidente y prácticamente equipado. Se convertirá en una pequeña clásica de la zona. Sabía de su existencia, pero no encontré ningún croquis, así que una de las motivaciones fue coger papel y lápiz e intentar hacer una reseña tipo “Luichy” y que no diera vergüenza enseñarla.
22 Febrero 2017
En un día tonto de entresemana consigo “engañar” a José Luis para intentar encontrar la vía. Él conoce la zona, de cuando vivía por Gandía y se iniciaba en el maravilloso mundo de la espeolología.
Aparcamos en la calle Margalló de la urbanización que hay bajo el Molló y salimos caminando hacia la calle Pi Pinyoner, un estrecho callejón ascendente que nos lleva al inicio del sendero marcado con puntos rojos.
Dejamos la entrada a la Cova Xurra a nuestra derecha (vallado metálico) y tras un breve descenso, seguimos ganando metros por un sendero de fuerte pendiente entre el bosque.
El sendero gira ligeramente a la izquierda, para superar un espolón rocoso y continuar a media ladera junto a un sector de escalada deportiva (vías de 1 y 2 largos, donde los primeros largos parecen sencillos y los segundos bastante más complicados).
Superado el sector de escalada, el sendero coge una fuerte pendiente de nuevo e incluso en algún punto, tendremos que apoyar las manos. A nuestra derecha, un par de vías de 3 largos, que quedan pendientes para otra visita.
Al fondo ya asoma el espolón que escalaremos hoy.
Marco con una flecha el inicio de la vía, en un pequeño diedro. Es fácil que nos despistemos y acabemos algo a la izquierda y más arriba del pie de vía.
L1 (IV-, 50 m): superar el diedro (roca delicada en la parte derecha, bloques saneados) y una pequeña y sencilla panza, para alcanzar una arista con resaltes.
Vistazo atrás al tramo final del L1.
Y José Luis en la R1 (repisa cómoda) con los dos mejores largos de la vía (L2 y L3) por encima de él.
L2 (20m, IV): largo mantenido que supera un par de placas con buena roca.
Viendo que la R2 estaba bastante cerca, decido empalmar con el L3 (32m, V/V+), que resulta ser el largo duro de la vía. Está muy equipado, y tiene un paso tonto para superar la fisura de la parte alta. Algún seguro fuera de la línea y numerosos puentes de roca que podemos chapar o no. Si queremos empalmar L2 y L3 conviene ir bien surtido de expreses y hacer “modo eco” (no chapando todos los seguros).
Así me ve José Luis desde la R1, ya después del paso “duro” del día.
Detalle de la R3, también en una comodísima repisa, pero sin contacto visual con la R2 (walkies o buenas prácticas en la comunicación de la cordada).
El L4 (45m, IIIº) vuelve a ser bastante sencillo, pero el primer seguro está a la izquierda de la oquedad naranja, no se ve desde R3.
Durante la segunda mitad del L4 (tramo de arista) encontramos 3 o 4 cordinos roñosos como el de la imagen, no cuesta nada llevar cintajos para proteger ese tramo.
Detalle de la R4, en una cómoda repisa a los pies de una placa fisurada de unos 5 metros.
L5 (55m, IV), corto muro vertical y luego arista sencilla con un paso puntual junto a un árbol.
Desde la R5, tendremos que caminar unos metros hacia la izquierda, para llegar a la cima del Molló de la Creu. Al fondo, las antenas del Montdúver.
The invisible climber.
En el descenso empieza nuestra penitencia. Tomamos el marcado sendero (PR) de la ruta normal, mirando de reojo a nuestra izquierda e intentando intuir la manera de llegar al pie de vía y a nuestro coche sin dar demasiado rodeo. Tras un rato bajando por el PR y desde un ancho collado, decidimos abandonar el PR y descender por un ingrato y nada recomendable barranco lleno de pinchos de todos los colores y formas.
En verde he marcado el descenso correcto, que sigue un difuminado sendero de puntos rojos y se desvía del PR casi en la misma cima del Molló.
Aquí sufriendo la novatada, antes de llegar al sendero por el que hemos subido esta mañana.
La actividad nos ha gustado bastante y unos 10 días después, vuelvo con Gabi y Yolanda para enseñarles la vía y pulir el croquis y el descenso.
En unos 35 minutos desde el coche, llegamos al pequeño diedro donde se inicia el L1.
Esta vez, les dejo a ellos todos los largos. Gabi zapatilleando el L1.
Yolanda en el L2.
Y de nuevo Gabi en el L3. Se confirma que el paso tonto es tonto y le subimos el grado de V a V+. En los croquis le pondremos un V/V+, para contentar a todos los públicos.
Además, aprovechamos el día para llevarnos los cordinos viejos y colocar nuevos puentes de roca con los trozos de cuerda que petaron en la SAME del Peñón.
Desde la cima, y con las indicaciones del Club Alpí Gandía, conseguimos encontrar los puntos rojos que marcan el descenso bueno (y directo) hasta el pie de vía. Se trata de tomar a mano izquierda un sendero marcado con un hito junto a unos pinos jóvenes.
Con unos flanqueos y algunos destrepes de apoyar manos, llegaremos sin problemas (ni pinchos) al inicio de la “Homo Marxuquerensis”.
En menos de una hora desde la cima del Molló, llegamos al coche. Éxito, ya tenemos el descenso claro y los croquis actualizados, cambiando algunos grados propuestos y afinando un poco más los metros de cada largo.
Para primeros de Julio, justo un par de días antes de marchar hacia el Gran Paradiso y las Grandes Jorasses, tenemos que pasar por Gandía para reorganizar petates con Hugo.
Con horario de jornada intensiva, como si fuéramos unos traficantes de poca monta, quedamos a las 16:30 en una rotonda cualquiera, para intercambiar “material”.
Y que mejor forma de aprovechar la tarde que hacer la Homo Marxuquerensis casi en ensamble. Al ser cara sureste, da la sombra por la tarde y suele correr la brisa del mar. En la aproximación sudamos de lo lindo, pero una vez en el espolón se está de lujo.
Ésta vez vamos con cuerda simple de 40 metros, en ensamble y en zapatillas, excepto en el L3 donde aseguramos en estático y escalamos con pie de gato.
Los cordinos que cambiamos hace unos meses, ya están bastante descoloridos. Así que, por si acaso, coged algunos cintajos y navaja si quereis cambiarlos.
En definitiva, una vía sencilla, estética y casi equipada. Con todos los ingredientes para que se repita bastante. Espero que los croquis os sean de ayuda y eviten despistes en la aproximación o el descenso. Recomendable para pasar media jornada sin agobios, iniciarse en el mundo de las vías largas, hacerla en ensamble y a lo loco, o simplemente disfrutar de nuevos rincones de escalada.
Bravo máquinas!!. Enhorabuena por todas las escaladas que os pegais y muchas gracias por el detallazo de renovar los cordinos.
ResponderEliminarTal y como estaban los antiguos y teniendo cuerda "sobrante" por casa, era lo mínimo que podíamos hacer. Ahora supongo que estarán ya bastante descoloridos y puede que falte alguno...pero bueno...
EliminarGracias por la visita Sento!
Buena pinta tiene!
ResponderEliminarY buen croquis! en un principio pensé que era de Luichy!
Salu2
Gracias por la visita Vlady. De eso, se trataba, de que fuera parecido a los de Luichy (que me parecen muy buenos). Al final, con paciencia y 4-5 folios tirados a la basura, la cosa quedó como ves...
EliminarSaludos!