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Arista Innominata al Mont Blanc (1000m, D+, V+, 60º)

A la 1:30 de la madrugada, 7 personitas se ponen en marcha en la inmensidad de la cara Sur del Mont Blanc.



Desayunar y equiparse en un espacio tan reducido como el vivac Marco Crippa no es nada fácil, pero estamos ilusionados.



Son casi las 3 de la mañana cuando salimos en fila india bajo una luna prácticamente llena siguiendo las cuerdas que dejamos instaladas ayer.

Me quedo el último, cierro la puerta del vivac, miro de reojo las luces de Courmayeur y cojo los dos piolets. Es una noche no demasiado fría y sin viento, ideal para la actividad de hoy.



1 Agosto 2012

30 metros de calentamiento y toca recoger la cuerda rígida por el frío y recuperar el maillón.

Con la buena huella que hacen los 6 que van delante, voy pasando la travesía ascendente a izquierdas, sin atreverme a mirar la rimaya que hay por debajo nuestro.



Las últimas rampas hasta el Col de Eccles se revalorizan hasta los 55-60º. Viene bien llevar los dos piolets. 1 hora desde que salimos del vivac.

Sobre la fina arista del Col de Eccles, nos encordamos. Por delante, los rumanos; luego, Axel, José Luis y Nasta; les seguimos Hugo y yo; y 20 minutos por detrás, una cordada que ha dormido en el vivac Lampugnani y va para el Pilar Central del Freney.

Un tramo de escalada en ensamble (II-IIIº) nos deja al pie del largo clave de la vía: diedro-chimenea que acaba en una fisura vertical de unos 5 metros (V+) que haremos sin crampones. Los tramos más exigentes del día están aquí. Reordenamos cordadas: Axel y Nasta en una y José Luis, Hugo y yo, en otra. Temblamos de frío (y de miedo), los minutos vuelan mientras todas las cordadas vamos pasando por este embudo.

Un clavo a mitad de largo y un cordino en la parte final, para que todos menos Hugo aceremos sin piedad. José Luis apretando dientes en los pasos de V+.



Reunión en repisa cómoda justo cuando nos dan los primeros rayos de Sol (3h 20min desde el vivac!).



Hugo observando por dónde va el segundo largo.



Un largo corto, en clara travesía a izquierdas que recorre una aérea repisa hasta llegar a unas placas lisas donde hay que escalar un poco (IV-?). La luz de los amaneceres alpinos lo inunda todo.



Llegando a la segunda reunión. Ventana natural con el Col de Peuterey de fondo.



“L3” (IVº): subirse por la parte derecha al gran bloque empotrado que tenemos sobre la chola y encarar unas claras fisuras en el muro de la izquierda. Friend abandonado a mitad de largo.



La pared gana amplitud y por terreno poco definido (IIIº) seguiremos ganando metros hasta alcanzar una fina arista de nieve.

Panorama espectacular en esta zona que no logro recordar claramente...



Hugo hace cara de estar escalando a más de 4.000 metros. De fondo, la Dent du Geant y las Grandes Jorasses.



Desde la misma arista, recuperando a los segundos de cordada. Al fondo, el recorrido realizado durante la noche.



Volvemos a colocar los crampones y sacamos un piolet, que la arista de nieve se lo merece.



Por delante ya se intuye el Gran Corredor (puntos rojos) y el posible escape a izquierdas (puntos naranjas).



Circomarco cabalgando aristas.



Panorámica, en plena arista:



Y seguimos en la cresta de la ola:







Hugo en el mismo tramo:



Después de la arista entramos en terreno de trepadas fáciles (II-IIIº) y con roca rota. Axel y Nasta en la transición entre nieve y roca.



Y un vistazo hacia arriba con todo lo que nos queda por subir.



Desde el tramo de arista, hemos ido tirando en ensamble. Cuando empieza el corredor de nieve, alcanzamos a los rumanos, que van a largos, y los adelantamos.

Si giramos el cuello podemos ver todo el recorrido realizado los últimos días. Casi distinguimos el lugar donde dejamos el coche, el refugio de Monzino, el emplazamiento de los vivacs, el col de Eccles...



José Luis, Hugo y yo, vamos ganando metros a buen ritmo. Son las 10 de la mañana y pese a estar por encima de los 4.200 metros, la nieve se empieza a poner blanda, el hielo a chorrear y pequeños desprendimientos barren el corredor donde estamos metidos.

Podemos subir, tanto por la nieve (menudo dolor de gemelos!!) como por la roca (más descansado pero con peligro de tirarles cosas a los de abajo).




Axel y Nasta suben a largos, a unos 100 metros por detrás de nosotros. Aquí, afrontando un tramo de nieve antes de entrar en las trepadas de roca donde finaliza el Gran Corredor.




Los rumanos, que van los últimos y están expuestos a todo lo que les tiramos (sin querer), deciden coger el escape que hay por la arista de la izquierda. Evitan el corredor, salen a una zona menos expuesta pero a cambio perderán más tiempo escalando en roca y destrepando pináculos nevados que dejan los huevecillos como guisantes.



A estas alturas de la partida, nosotros ya estamos a un largo de salir del Gran Corredor. Hugo se desvía algo a la derecha en busca de buena roca...



y en una tirada de 15 metros estamos esquivando cornisas pensando que ya está todo hecho.



Recuperamos fuelle junto a la arista no apta para menores de 18 años por la que tienen que pasar los rumanos.



Esperamos durante más de media hora, pero no conseguimos ver ni oir a Nasta y Axel. Circomarco apretando dientes y Hugo cogiendo aire.



Estamos en unas pendientes de nieve nada cómodas (50º) y decidimos tirar para arriba.

Lo que parecía un paseo hasta la cumbre del Mont Blanc de Courmayeur, se convierte en una penitencia agónica de más de 1 hora donde llego a echar de menos el segundo piolet que llevo colgando de la mochila. Perdemos un linkcam y no vemos el final de las pendientes de nieve.

Un gel de esos con “cafeína, glucosa, champú y acondicionador todo en uno” me saca del letargo, mientras continuamos en ensamble montando reuniones cuando los gemelos dicen basta.



Las campas de nieve desembocan en la arista de Brouillard que nos da la bienvenida con pasos finos de nieve, destrepes expuestos y cornisas exuberantes que nos pillan un poco de sorpresa. Empieza a soplar el viento y a entrar las nubes.



Los de detrás siguen peleando a largos con el corredor de nieve y roca rota.



Para cuando salen a las campas de nieve ya ha entrado la niebla. Por suerte coinciden con los rumanos y realizarán el resto de ascensión acompañados.



Ya hemos perdido la cuenta de las horas que llevamos de actividad. Estamos cansados, en una arista interminable y con ganas de terminar por hoy.



Por delante, sólo nos queda un resalte de roca para dar por terminada la parte técnica de la jornada.




Una vez superado, podemos relajar esfínteres y avanzar con tranquilidad hacia la cumbre del Mont Blanc.



Vistazo atrás a la arista realizada.



Cumbre a las 16:15. Muy contentos y con amagos de escape de lagrimones.





Trece horas desde que salimos del vivac de Eccles, lo que entra dentro de lo razonable según las piadas que habíamos leído. Menos de 10-11 horas de Eccles a cima queda reservado a los super-máquinas, a poco que nos despistemos o tengamos un problema nos podemos ir fácilmente a las 18-20 horas de actividad...

Son las 16:51 y nos empezamos a preocupar por los compañeros.



En los momentos en que no estamos rodeados por la niebla, alcanzamos a ver el final de la arista Brouillard y el Mont Blanc de Courmayeur. No hay ni rastro de Axel y Nasta, ni de los rumanos.



Dejamos las mochilas resguardadas del viento y nos colocamos los plumas y las manoplas.




En ocasiones saludamos a cordadas que llevan ropa parecida. Cuando se acercan dejan de ser “Axels” y “Nastas” y se convierten en ingleses que vienen de la Integral del Peuterey o en franceses que vienen del Pilar Central del Freney.



Sobre las 20:00 descendemos unos metros, cacareamos como las grullas en celo y un silbido característico nos responde desde el otro lado de la niebla. Son ellos!

Nasta viene con la barba congelada, Axel muy muy cansado (apenas ha comido en todo el día por culpa de una gastroenteritis y perdió la botella de agua al poco de comenzar la actividad) y los rumanos también andan tocados.



Enchufamos el GPS por si acaso y nos vamos hacia Vallot por una huella muy trillada. Casi a las 21:00, a punto de tener que encender frontales, entramos en Vallot. Los rumanos llevan unos 20 minutos dentro y ya están durmiendo dentro de sus sacos, sin cenar ni nada. Nosotros llevamos el mismo camino. Intentamos fundir nieve e hidratarnos, pero afuera todo es un bloque de hielo, no hay manera de cargar nieve y hace un viento de mil demonios. Mañana será otro día.



2 Agosto 2012

Pasamos la noche con la lengua como papel de lija, soñando con arroyos de agua fresca y escuchando una tremenda tormenta con rayos que iluminan el lúgubre, sucio y desagradable refugio de Vallot.

Al menos, la tormenta ha dejado una capa de nieve fresca granulada ideal para poder desayunar e hidratarnos. Sobre las 5:30 comienzan a entrar los guías con sus clientes, pasan a refugiarse del viento y media hora después emprenden el camino de vuelta a Gouter. Hace demasiado viento como para hacer cima.



Con los Jetboil’s fundiendo nieve, el desayuno es una explosión de sabores que ya quisiera el mismísimo Ferrán Adrià en el Bulli: agua tibia con isostar, agua caliente con leche y azúcar, luego un café con leche, un poco de longanizas de pascua, barritas de chocolate, nueces, pasas, curasanes congelados, e incluso una sopa de fideos.



A las 7:00 iniciamos el descenso a las bajuras por la ruta normal de Gouter y Tete Rousse.





Cruce de intenciones. Los que intentan subir a cumbre hoy y los que se resignan y vuelven a Gouter.



La suave arista que lleva hacia el refugio.



Vistazo atrás, con la Aiguille de Bionnassay a la derecha.



El galáctico nuevo refugio de Gouter. Todavía no inagurado.



Al fondo, el viejo refugio de Gouter, que en teoría será desmantelado cuando se inagure el nuevo.



Llegando al refugio viejo, con ganas de rehidratarnos con una merecida cerveza.



Tramo equipado con cables (cada vez hay más?) entre Gouter y la temida bolera próxima a Tete Rousse.



El descenso lo hacemos a buen ritmo y sin sufrir demasiado por el desnivel acumulado ni por el dolor de pies de ir 4 días con las botas rígidas.

Cerca de las 13:00 estamos en la estación de tren de Nid d’Aigle. Como ya sabíamos, la estación está cerrada y un helicóptero sube cada pocos minutos para hormigonar un falso túnel.



Así como sin querer, cogemos el sendero que parte de detrás de la estación y bajamos directamente por las vías camino de la estación intermedia de Mont Lachat. Desde ahí, el tren más lento de la historia reciente, nos deja a unas horas intempestivas para los franceses junto a unos platos combinados con ensalada que harán las delicias de los más deshidratados y hambrientos.



Dos trenes y dos autobuses después, llegaremos de nuevo a Val Veny, encantados de haber sido alpinistas por unos días pasando de un país a otro por la montaña más alta de los Alpes.