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Perú: Montaña Machupicchu (3.082 m) y las ruinas

Sí amigos sí, después de meses alardeando de que no visitaríamos las mundialmente famosas ruinas de Machu Picchu, sucumbimos a las presiones mediáticas y allá que fuimos. Pero nos hicimos de rogar...



6 Junio 2013

Tras el breve contacto con la selva, nuestra apretada agenda de turista nos lleva a pasar unos días en Cusco.

La ciudad merece la pena y sus 3.200 metros de altitud vienen bien para ir aclimatando. En Junio celebran su fiesta grande en honor al Sol (Inti Raymi) y no es raro ver "procesiones a la española" abarrotando la Plaza de Armas.



Tenemos dos días libres (7 y 8 de Junio) y según nuestras pesquisas de pacotilla, hay una manera barata de ir a las ruinas sin coger el famoso tren: la cosa sería ir en combi (furgonetillas que funcionan como autobuses) hasta Santa María (5 horas?), luego otro combi a Santa Teresa (1hora?) y de ahí buscar la manera de llegar a la central Hidroeléctrica. Caminando un par de horas río arriba desde la central, llegaríamos a Aguas Calientes, el pueblo más cercano a las ruinas. El plan nos seduce, pero a las 18:00 ya es de noche y no queremos arriesgarnos a un vivac en estas montañas medio selváticas.

Total, que a eso de las 21:30 acabamos pasando por el aro (passing by the ring) y comprando en dólares el billete barato de Peru Rail, la empresa de trenes para turistas. Más improvisado no se puede hacer.



7 Junio 2013

En Cusco hace frío por las noches, las manos se quedan frías y subir escaleras es agotador. ¿Será por la altitud?

A las 6:30 llegamos a la estación de autobuses. Ha habido un desprendimiento y las primeras dos horas de trayecto las haremos en autobús.

Cerca de Ollantaytambo hacemos el cambio al tren.



Hay dos vagones rebosantes de turistas, pero en el nuestro estamos solos. Tenemos acceso todas las ventanas panorámicas y disponibilidad total para mover pandero hasta el lugar con mejores vistas.

Una vez en Aguas Calientes, vamos a visitar lo que da nombre al pueblo. Varias piscinas a diferentes temperaturas (entre templaditas y muy calentorras), nada masificadas e ideales para reducir pulsaciones y tensión arterial hasta mínimos inimaginables.



Ya por la tarde, damos una vuelta por el pueblo y compramos la entrada del Machu Picchu. Como en el fútbol (tribuna, general de pie, general sentado, gol norte, gol sur) o en los toros (tribuna, sol, sombra), aquí también hay posibilidad de elegir. O entrada normal (según la Unesco, hasta un máximo de 2.400 plazas/día), o entrada con ascensión al Huayna Picchu (400 plazas/día),o entrada con ascensión a la montaña Machu Picchu (400 plazas/día).



Queríamos ir la Huayna Picchu (que también tiene algunas ruinas interesantes) pero ya no quedaban plazas. Iremos a la montaña Machu Picchu en estilo alpino y sin coger autobuses.

Los colibrises nos entretienen un rato y nos agotan las baterías de la cámara.



Aguas Calientes es un pequeño pueblo junto al río Urubamba, rodeado de altas montañas de granito y exhuberante vegetación. Por sus calles no pasan coches sino trenes.



Está completamente enfocado al turismo, pero todavía hay sitios donde comer a precios peruanos (7 soles, junto al campo de fútbol) y podremos comprar cosas para el ascenso al Machu Picchu en el mercado del pueblo o en pequeños supermercados.



8 Junio 2013

Los albergues saben a lo que venimos. A partir de las 4:00 de la mañana sirven el desayuno. Después de andar río abajo durante media hora, llegaremos al primer puesto de control, situado junto al puente que cruza el Urumbamba. El control abre a las 5:00 y ya hay un pequeño grupo por delante de nosotros. Imprescindible llevar el ticket que compramos ayer y el pasaporte para que comprueben nuestra identidad. Una chica coreana no cumplía el segundo requisito y ahí se quedo con cara de coreana con pena.



Para hoy tenemos más de 1.000 metros de desnivel positivo. Son todo escalones y nos tomaremos las cosas con calma. A ritmo constante adelantaremos a muchos que han salido con un cohete en el culo y que ahora agonizan en las cunetas del camino. Controlen su ansia!



En una hora desde el puesto de control del puente, llegamos al PUESTO DE CONTROL (así, en mayúsculas).



Hasta aquí llegan los autobuses que cada 5 minutos descargan a los turistas de Aguas Calientes. Otra vez comprueban nuestro ticket y pasaporte. La cola parece larga pero no tardamos más de 15 minutos.

Apenas a 100 metros del control, llegamos a las primeras ruinas del Machu Picchu y a las vistas bonitas de todo aquello. Ganamos unos metros de desnivel y subimos hacia la Casa del Guarda. No se puede hacer una foto más peruana que ésta: Machu Picchu, una llama y una turista.



En primer plano, la roca de los sacrificios, en una zona de terrazas de cultivo y al fondo, la montaña Macchu Picchu, a unos 500 metros de desnivel por encima nuestro.



Un vistazo desde una de las ventanas de la Casa del Guarda.



Son las 6:50 y en 10 minutos abren el punto de control de la montaña.



Entramos en el puesto nº9. La "pole position" es para un canario (habitante de Canarias, no un pájaro) que iba con neumáticos mixtos.



Antes de las 14:00 tenemos que estar todos fuera de este sector o vendrán a buscarnos con cara de pocos amigos.



Tirando de zoom, algunas de las casas de Aguas Calientes.



La mayor parte del camino vuelven a ser escalones más o menos grandes. Se sube cómodo, sin demasiado calor y con unas vistas de escándalo.



Al otro lado de las ruinas está la central hidroeléctrica. Por donde llegaríamos si venimos con la opción barata (y larga) desde Cusco.



Stairway to heaven.



Conforme vamos ascendiendo la pendiente va aumentando. El último tramo parece casi vertical y no se intuye por donde va el sendero....ya veremos.



Pequeño tramo muy frondoso.



Y ya en la parte aérea. Sendero colgado entre paredes casi verticales de granito.



Están entrando nubes pero las vistas siguen siendo buenísimas.



Recorriendo los últimos metros hasta la cima.



Escalones hasta el final y una cabaña que le da el toque exótico al lugar. Aproximadamente 1h30m desde el último control.



Mira que nos hemos ido lejos para hacer tresmiles....



Explicación general del asunto desde la misma cima.



Picamos algo en la cabaña, mientras entran las nubes y nos abrigamos un poco.

Ya de bajada, una foto de lo más hortera. Digna de calendario barato de los años 80.



Y una panorámica con el idílico sendero.



En algunos puntos hasta vamos apoyando las manos, que la cosa no es como para tropezarse. Sendero no apto para gente no acostumbrada a la montaña, que alguna persona bloqueada y con lágrimas ya vimos.



El Sol de los Incas iluminando sus ruinas.



No nos arrepentimos para nada de nuestra elección. La montaña de enfrente, el Huayna Picchu recibe muchos más turistas que donde nosotros estamos.



Echándo un autógrafo a la salida. (1hora de descenso desde la cima)



Salimos del bosque y entramos de nuevo en la zona de terrazas.



Un vistazo a la parte principal de las ruinas



y nos vamos hacia el Puente Inca.



Debemos coger un sendero colgado que sale hacia la vertiente de la hidroeléctrica.



En unos 20 minutos llegaremos al puente. Se conoce que hubo un accidente mortal y desde hace unos años está vallada esta última parte.



La continuación del sendero tiene una pinta acongojante, por unas paredes que si no fuera por la abundante vegetación serían paraísos de la escalada.



Damos media vuelta y volvemos por el sendero



que nos lleva de nuevo a las ruinas.



Ahora es cuando viene la visita de la parte central de las ruinas. En sentido horario y pegando la oreja cuando hay algún grupo con guía.

Detrás nuestro, la Casa del Guarda y entre las nubes, la montaña Macchu Picchu.



Obreros restaurando el Templo del Sol, único edificio circular de todo el complejo.



La Casa del Guarda domina toda esta zona de terrazas de cultivo.



La cantera con los restos de bloques que utilizaban los incas. Sólo dos generaciones construyeron todo lo que vemos.



Vistazo general. Los anfitriones incas dirían: "aquí es donde hacemos vida", y aquello de ...."esto era una habitación pero tiramos un par de tabiques y nos quedó un salón-comedor que....", "los niños se pasan todo el día jugando en el césped"...



Miniaturizando el Machu Picchu.



Templo de las tres ventanas.



Templo Principal.



Detalle de las piedras perfectamente talladas.



La piedra Intihuatana, objeto sagrado relacionado con la astronomía que aparece en numerosos yacimientos y del cuál no se conoce exactamente el uso que hacían los incas.



La lluvia nos alcanza antes de llegar a la roca sagrada, una gran piedra plana colocada verticalmente junto a una plaza cuadrada. Se dice que ahí se hacían rituales de fertilidad, a un lado se colocaban las mujeres y al otro los hombres. Por culpa de la lluvia, los turistas parece que queramos imitar alguno de esos ritos...



Continuamos bajo la lluvia visitando el Templo del Cóndor. En el suelo está tallada la cabeza y los dos grandes bloques de roca simbolizan las alas.



Nos acercamos a la zona de terrazas, a una cota más baja que antes. Al fondo, los edificios que servían de almacén de alimentos.



Junto a las terrazas de cultivo, unas curiosas fuentes y pequeños canales canalizan el agua de lluvia.



Las nubes le acaban de dar el toque misterioso al lugar.



Pasamos ahora bajo el Templo del Sol, con su forma circular y las piedras perfectamente encajadas sin uso de mortero.



Estamos en la zona "pija" de las ruinas, junto al Templo del Sol vivía el rey Inca. La casa del Inca también tiene las mejores piedras y las habitaciones más espaciosas.



Cerramos nuestro recorrido circular y volvemos hacia el puesto de control de la entrada a las ruinas. Un último vistazo atrás



y con mucha profesionalidad nos colocamos nosotros mismos el cuño "ofisial".



Igual que a la subida, pasamos de los autobuses y bajamos con nuestras dos patitas. El sendero rebosa verdosidad y bajamos completamente solos.



Por aquí aun era de noche cuando pasamos esta mañana.



En Aguas Calientes ahora hay una Chicharonada Bailable pero apenas nos quedan 20 minutos para engullir un menu barato y coger nuestro tren para turistas.



Ya de noche, el tren se convierte en autobús.



Y llegamos a las tantas a Cusco, con apenas unas horas para dormir y pegarnos otro madrugón para volar a....

Llevamos unos días que no paramos quietos, pero como dice la leche de Perú, sentimos que esto es Pura Vida!