Páginas

Breithorn (4.164 m): ruta normal desde Klein Matterhorn



En el verano de 1993, la "cordada" alcanzó la cima de su primer tresmil. Pasamos un par de horas allí arriba, con el glaciar del Aneto justo enfrente, intentando reconocer las montañas que nos rodeaban, mientras la "gabachada" (patrón de nubes del norte) tapaba las cumbres fronterizas.


Padre e hijo en la cumbre del Mulleres (3.010 m), un 13 de agosto de 1993. Roque hace la diapositiva.

Durante más de diez años mantuvimos viva la llama que nos llevaba cada verano a un tresmil del Pirineo. Subimos a los grandes cabezones del Pirineo (Perdiguero, Monte Perdido, Aneto, Vignemale, Balaitous) y nuestra modesta lista de los 212 tresmiles de Juan Buyse, iba engordando.

Quizás en el Astazou en el 2007 fue la última vez que nos juntamos.

Hasta que el pasado verano de 2015, 22 años después de nuestro primer tresmil, a mi padre le da por querer subir a su primer cuatromil ¡Bravo!

Pese a mis insistencias, no logro quitarle de la cabeza el ascenso del Breithorn, seguramente el más sencillo a nivel físico y técnico de todos los cuatromiles de los Alpes, pero también uno de los más feos, todo hay que decirlo.

Volvemos a juntar a la "cordada", reavivamos la llama, el alma lo agradece.

Mr Soul le pone la banda sonora a la piada.



27 de Julio 2015

El viaje en coche desde Valencia hasta Zermatt es bastante largo. Anoche "picamos" vivac un poco después de Grenoble, en una cuneta de una pista de tierra junto al río Isère.

A media mañana hemos parado en "La Meca" (Chamonix), y a media tarde llegamos al camping de Randa. Desde aquí, ya vemos perfectamente el objetivo del viaje: a la izquierda el Breithorn y a la derecha el Klein Matterhorn, una montaña taladrada por numerosos túneles y a la que llega un teleférico de precio infartante.



La idea era gastar el primer día en Zermatt para aclimatar realizando una pequeña excursión, pero viendo las previsiones de meteo, mañana tiene que ser el día de cumbre, no hay segundas oportunidades.

28 de Julio 2015

Estamos en Suiza, con todos sus peajes y restricciones al uso de vehículos, así que la logística es un punto importante de la ascensión. Desde el camping, una furgoneta nos hace el "transfer" hasta Zermatt, donde cogeremos la línea verde de autobuses que nos lleva a la estación del teleférico. Primero un telehuevo pequeño y luego un telecabina grandote, nos dejarán a 3.800 metros de altitud. A tiro de piedra del Breithorn, después de usar cuatro medios de transporte diferentes. Mmmm....poco "alpinismo" veo yo aquí...

El Txindoki de Zermatt vigila la jugada.



Desde la estación intermedia, los cables apuntan directamente al Klein Matterhorn, nuestro destino.



Después de tanto "transfer" es difícil llegar los primeros a la montaña. Numerosas cordadas llegando a la cumbre del Breithorn. El único punto delicado de la ascensión puede ser el paso de la rimaya. Ya veremos...



Un interminable túnel atraviesa todo el Klein Matterhorn de Norte a Sur. Si lo nuestro no es la montaña, tenemos todo tipo de locales comerciales dentro de la montaña, desde salas de cine, a restaurantes y supermercados.

Al salir del túnel, nos encontraremos con los teleféricos de la estación de esquí. Tenemos que descender unos metros para llegar a un amplio "plateau" donde poder sacar una fotografía sin construcciones humanas.



Ya que hemos traído cuerda, encordaremos a la "cordada".



La rimaya está en perfectas condiciones y se pasa simplemente alargando un poco la zancada.

Huella marcadísima a doble carril.



Un padre posando con el Cervino de fondo.



Roque viene sufriendo algo más, y es el que marca el ritmo del grupo. Ya estamos en la fina arista antes de la cumbre y el viento sopla bien fuerte.



A nuestra izquierda una caída de más de 1.000 metros, la masificación y una estrecha cumbre, hacen que yo no salga en la foto. Pero ahí están mi padre y Roque, en su primer cuatromil. Enhorabuena!



Descartamos continuar la travesía por la arista hacia el Breithorn Oriental y volvemos por el mismo lugar por el que veníamos. Nubes lenticulares sobre el macizo del Monte Rosa.



La ascensión no presenta apenas dificultades (pocas o ninguna grieta, poco desnivel, rimaya cerrada), pero eso no quita que estemos a más de 4.000 metros en un entorno glaciar y que nos sorprenda ver a gente subir en zapatillas de deporte, sin crampones ni piolet, en manga corta y sin guantes.



Panorámica desde el "plateau", con el Klein Matterhorn a la izquierda y el Breithorn en el centro.





Las instalaciones de esquí alpino. Por unos cuanto euros se puede esquiar aquí en pleno verano.



O tirarse con un donuts gigante, mientras te comes un Donuts con vistas al Cervino.



Otra panorámica tomada desde el mirador de la cumbre del Klein Matterhorn, donde se aprecia toda la ascensión al Breithorn. Primero por la pista de esquí, luego se atraviesa el gran "plateau", para remontar la pala final. No tiene pérdida, aunque es mal lugar para recorrerlo sin visibilidad y sin GPS.




Apuramos hasta el último teleférico de bajada, disfrutando de las vistas del Cervino.



Algún día habrá que subirse a su cumbre...

1 comentario:

  1. Felicita a tu padre y al resto de la cuadrilla de mi parte.
    ¡Me parece cojonudo que se mantengan las ganas y la ilusión con el paso de los años!
    Si ves que se pone remolón, háblale de un tal Carlos Soria... ;-)

    ResponderEliminar